Información
- Dificultad: muy alta por su originalidad.
- Comensales: amantes del picoteo y de las delicatessen. Ideal para picar algo a media tarde.
- Tiempo de lectura: 3 minutos.
Ingredientes
- Sentido del humor.
- Ironía.
- Un toque de guindilla para obligar al lector a que paladee el pincho un tiempo después de comérselo.
Pasos
Este es un plato engañosamente sencillo, y lo sería, bien mirado, si no fuera porque el plato que usted va a elaborar nada tiene que ver con el que el comensal cree que va a degustar. Su misión es engañarle en el buen sentido de la palabra, hacerle creer que va a degustar un sabor… Sin embargo, le acabará por ofrecer otro muy distinto. Un buen amante de la gastronomía literaria no tardará en apreciar el desafío y lo disfrutará mucho y agradecerá su originalidad. Debe servir este pincho con un poquito de conversación y con un vino blanco con un suave toque a miel, que siempre ayuda. Adórnelo con una narración personal. Cuéntele al invitado a su mesa que se trata de un plato de su propia creación, que cierto día estaba harto de trabajar en la misma cocina y que decidió cambiar los muebles de sitio. Quería transformar su vida y su concepción de la cocina. Estaba buscando algo francamente novedoso y le salió este humilde pero portentoso plato. Busque argumentos absurdos pero convincentes, llévese al comensal a su terreno, haga que se relaje, y cuando lo consiga ofrézcale su producto, hágale sentir que él también está experimentando un nueva experiencia. Procure que sonría y que reflexione. Si lo consigue, habrá conseguido un plato revolucionario de primera.
El chef
Slawomir Mrozek (1930-2013) fue un dramaturgo, cuentista y dibujante polaco inscrito en la línea del teatro del surrealismo. Las tramas de sus narraciones son a menudo grotescas, incomprensibles, y sus personajes, ajenos a las coordenadas de la realidad tal como lo conocemos, sostienen una visión extravagante del mundo y de las relaciones humanas. Mrozek, maestro de la narrativa breve, fue un autor prolífico, admirado por el público y mimado por la crítica. En 1962 ganó el Premio Koscielski con su obra de teatro Tango. Su obra es divertida, original y comprometida. Por su apoyo a los líderes de Solidaridad, detenidos durante la ley marcial de Jaruzelski, fue proscrito por el gobierno durante un tiempo, lo cual no evitó que en los teatros siguieran representándose sus obras. La editorial El Acantilado es la encargada de publicar su obra en España. Juego de azar, La vida difícil, El árbol o El elefante son algunos de sus títulos más memorables.
REVOLUCIÓN, DE Slavomir Mrozek
En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allá y en medio la mesa.
Hasta que esto me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad. Pero el aburrimiento acabó por volver.
Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho, su situación central e inmutable.
Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista.
La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición preferida.
Pero al cabo de cierto tiempo la novedad dejó de ser tal y no quedo más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio.
Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese «cierto tiempo». Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario.
Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución.
Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna.
Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez «cierto tiempo» también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio—es decir, el cambio seguía siendo un cambio—, sino que, al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo.
De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama.
Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba.
Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario.
…………..
“Revolución” de S. Mrozek. Perteneciente a la obra La vida difícil.
© de la traducción, 1995 by Bozena Zaboklicka y Francesc Miravitlles y Quaderns Crema S.A.U. (Acantilado, Barcelona).